Héroes de cuatro patas: estos son algunos de nuestros héroes, aquellos animalitos que salvaron vidas y, más de una vez, y a más de uno de ellos, se les ha condecorado como si de unos intervinientes más se tratara. ¿Expresan sus emociones de fracaso cuando no consiguen el objetivo que le marca su dueño?
Es interesante y, cuando menos, excitante ver y entender la labor que estos perros y, por supuesto, sus cuidadores, desempeñan. Los perros de búsqueda pueden andar y correr grandes superficies de terreno mucho más rápido que cualquier humano que quiera hacer la búsqueda andando, de tal forma que las áreas pueden ser registradas y liberadas, permitiendo a los responsables de la búsqueda concentrarse en otras zonas. Parece ser que, durante la noche o bajo condiciones de baja visibilidad, un perro de búsqueda rinde lo que 20 humanos.
Los perros trabajan, normalmente, sin correa, a grandes distancias de sus guías y contra el viento. Estos animales están entrenados para detectar el olor humano en el aire y seguir ese olor hasta la víctima. Una vez que han encontrado a la persona accidentada, vuelven con sus guías y le indican mediante ladridos su hallazgo. El perro repetirá esta secuencia las veces necesarias para llevar al guía hasta donde se encuentra el accidentado, que pueden ser muchas veces, dependiendo de la distancia o el terreno.
Suelen trabajar no sólo en montaña, sino también en aludes, avalanchas, estructuras colapsadas y deslizamientos de terrenos. Muy útiles, como hemos visto en los últimos años, en situaciones de terremotos donde los escombros han caído y derrumbado las casas. Se merecen esas condecoraciones.
Estos perros suelen vivir en casa del cuidador, con su familia, con la finalidad de crear un vínculo estrecho de camaradería, cariño y trabajo. Y se les entrena, normalmente, tres veces por semana, con sesiones de alrededor de dos horas en cada ocasión.
¿Es posible que estos animales caseros y mimados a los que se les dedica un gran tiempo de trabajo y paseo, sufran de estrés tal como lo siente el humano? ¿Nos damos cuenta cuando nuestro perro está triste? ¿Podríamos pensar que pasan por algún tipo de pseudodepresión? ¿Significaría que este perro tiene dolor cuando ha perdido a un miembro de su familia? Y de ser así, ¿tendríamos nosotros, los profesionales de la psicología, alguna cabida y, sobre todo, alguna responsabilidad para enseñar al dueño a que ayude a que su animal se recupere?
Si te haces todas estas preguntas es muy probable que tu lugar esté en el área de Intervención Piscológica en Catástrofes, Crisis y Emergencias. Consulta el máster propio de COPAO porque te interesará.
Firmado: Aída Herrera. Vocal de la Sección de Intervención Psicológica en Catástrofes y Emergencias del Colegio Oficial de Psicologia de Andalucía Oriental.